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Alimentación y salud en alerta: qué es el SUH

Con la llegada del verano, aumentan los riesgos de contraer algunas enfermedades transmitidas por los alimentos (ETAS). Entre ellas, se destaca el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), sobre el que Argentina lleva un triste récord: acorde a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el país tiene la tasa más alta del mundo en menores de cinco años.

Al año, se producen en el país 5 mil infecciones generadas por la toxina y 500 chicos desarrollan el síndrome. El SUH es la primera causa de insuficiencia renal aguda en niños y origina el 20% de los trasplantes de riñón pediátricos. Puede dejar secuelas de por vida y causa la muerte entre un 3 y 5% de los casos.

¿Qué es el SUH?

Síndrome: porque tiene múltiples causas y afecta a varios órganos, entre otros, al Sistema Nervioso Central, al corazón, a la sangre, al riñón y al páncreas.

Urémico: porque sube la urea, debido al daño que causa en el riñón. Produce una pérdida súbita de la capacidad del aparato urinario para eliminar los residuos tóxicos.

Hemolítico: porque se rompen los glóbulos rojos y bajan las plaquetas.

¿Cómo se contagia?

La forma más frecuente de contraerla es por contaminación directa, al ingerir alimentos contaminados o aguas contaminadas con la bacteria Escherichia coli 0157:H7, que se denomina Shigatoxina; como así también por contacto directo con personas o animales infectados.

Existe la contaminación cruzada, eso quiere decir que alimentos contaminados se ponen en contacto con alimentos no contaminados. Esto es especialmente riesgoso en alimentos que se consumen crudos y en alimentos listos para consumir.

La transmisión de persona a persona se produce por el lavado inadecuado de manos luego de ir al baño.

¿Qué alimentos son los más riesgosos?

– La carne vacuna, porque la bacteria puede contaminarla en el momento de faenamiento y procesamiento. Se debe tener especial cuidado con la carne molida, dado que es más difícil que la cocción destruya en su totalidad el interior.

– Las verduras y frutas que no han sido lavadas adecuadamente.

– Productos lácteos que pierden su cadena de frío.

– Agua no potable y jugos no pasteurizados.

– Alimentos procesados fuera de la casa, donde uno no pueda estar seguro de cómo han sido cocidos o almacenados.

¿Cómo prevenir el SUH?

– Lavado de manos frecuente. Antes de comer, procesar alimentos y luego de ir al baño o tocar carne cruda, luego de cambiar pañales.

– Se recomienda que los niños menores de 5 años no consuman carne molida.

– Conservar la higiene en la cocina. No utilizar los mismos utensilios con la carne cruda y cocida; lavar las frutas y verduras con dos gotas de lavandina por litro de agua.

– Cocinar completamente los alimentos, por encima de los 70°. Asegurarse que la carne no sea jugosa ni esté rosada o roja en el centro. Recordar que la carne picada está bien cocida cuando el suero que libera al cocinarse es transparente.

– No guardar productos crudos juntos con los cocidos.

– Consumir agua potable; ante la duda, hervirla

 

Fuente: Sociedad Argentina de Pediatría

Cuando calienta el sol: alimentación y verano

Con el calor, los hábitos y los patrones de sueño se modifican, lo que produce baja productividad e irritabilidad. Por eso, alimentarse adecuadamente es fundamental para mantener el cuerpo en condiciones frente a las altas temperaturas que traen los días de verano.

¿Qué debemos tener en cuenta?

· La hidratación. Es muy importante mantenerse hidratado, para recuperar las sales y minerales perdidos mediante la transpiración. El agua es siempre la mejor elección y se recomienda consumir entre 8 y 10 vasos por día mínimo. Las gaseosas, los jugos comerciales o aguas saborizadas sólo aportan calorías “vacías”, porque no poseen ningún tipo de nutrientes. Y aunque estén reducidas en azúcares, tienen aditivos como conservantes o colorantes.

El agua debe estar siempre disponible y -si bien debe ser potable- no es necesario que sea mineral o embotellada. Tampoco hay que esperar a tener sed para hidratarse.

· Priorizar el consumo de alimentos frescos, especialmente frutas y verduras. Son ricos en agua, además de poseer vitaminas y minerales. Pueden acompañarnos en todas las comidas del día y contienen fibra, que favorece el tránsito intestinal. A modo de ejemplo, es bueno saber que el tomate está formado en un 94% de agua, en tanto que la naranja y el durazno tienen un 87% de agua en su composición.

· No eliminar completamente otros alimentos básicos como cereales, lácteos y carnes de la dieta. La variedad es fundamental para mantener una adecuada nutrición.

· Tratar de evitar frituras, embutidos, fiambres y amasados de pastelería. Enlentecen la digestión y su consumo en exceso predispone a la obesidad, hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras.

· Es necesario prestar atención sobre todo en el caso de niños, ancianos y enfermos, que son más vulnerables frente a los golpes de calor.

· Aumentar los cuidados a la hora de preparar y consumir los alimentos, dado que el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por alimentos es mayor. Para ello:

-Los alimentos congelados y refrigerados no deben perder la cadena de frío.

-Usar siempre agua potable en la manipulación de los alimentos.

-Lavarse las manos con frecuencia.

-Lavar frutas y verduras cuidadosamente.

-Cocinar completamente los alimentos antes de consumirlos.